¿Por qué el Judo es bueno para tus hijos?

Escrito por Nicolas Messner el 12 de enero de 2024

 Casi parece obvio: el judo es adecuado y especialmente recomendado para los niños. Respondiendo a la pregunta ‘¿por qué?’ Sin embargo, no es trivial y requeriría páginas y páginas de explicación. Sin embargo, hay aspectos que son fáciles de entender.

Está claro que cualquier actividad física es buena, sea la que sea. A medida que el mundo se acelera y es posible desplazarse cada vez más rápido de un extremo al otro del planeta, la vida sedentaria ha primado sobre la actividad física. Aunque los beneficios del deporte son universalmente reconocidos y validados por el mundo médico y científico, nuestros jóvenes son cada vez menos activos. El judo es un deporte apto para todos, independientemente de sus capacidades físicas y mentales. Permite un desarrollo armonioso del cuerpo y la mente de forma paulatina.

Unirse a un club de judo o practicar en la escuela como parte del programa ‘Judo en las escuelas’, como hay muchos en todo el mundo, significa tener la oportunidad de aprender habilidades para la vida. El primero y probablemente el más visible es aprender a caer. Aunque esto pueda parecer trivial a primera vista, no lo es. Aprender a caer sin hacerse daño es algo que te será útil durante toda la vida. Más claramente, practicar judo significa tener derecho a hacer cosas “prohibidas”, como agarrar y tirar de la ropa de tu compañero, haciéndolo caer; es tener la oportunidad de rodar y gatear por el suelo respetando las reglas del deporte, por supuesto.

La supervisión de los niños bajo la responsabilidad de profesores cualificados y competentes crea las condiciones necesarias para derribar las barreras físicas y mentales que a veces la sociedad nos impone. El judo se practica cuerpo a cuerpo, dentro de un perímetro restringido, lo que permite romper distancias e integrar la noción del ‘otro’. Si bien el judo es por naturaleza un deporte de combate, en realidad te permite hacer amigos para toda la vida que siempre estarán a tu lado.

El judo tiene sus orígenes en Japón, su práctica nos permite identificar los contornos de una cultura rica y apasionante. Al aprender las tradiciones y sus orígenes, los niños se abren a una cultura distinta a la suya y, sobre todo, al conocer a otros practicantes, descubren aún más culturas. Aprenden un lenguaje universal, el del deporte, e integran la noción de diferencia, pero sobre todo el respeto por ella.

Todos los profesores de judo te lo dirán: practicar judo sobre tatami ayuda a fortalecer la confianza en uno mismo y la concentración. ¿Cuántos campeones o judocas en general dirán hoy: “Yo era tímido y el judo me permitió superar este obstáculo hacia una vida plena”, o “Yo era hiperactivo y el judo me ofreció la posibilidad de canalizar mi energía”. Si los judocas y sus profesores pueden decirlo, los profesores de la escuela y los padres pueden verlo. Con una mejora en la concentración, los resultados académicos también tienen un impacto positivo.

Este aspecto está íntimamente ligado a la búsqueda de la excelencia que forma parte del camino de todo judoka, sea cual sea su nivel. Siempre intentamos mejorar y hacerlo mejor que el día anterior.

Cuando empiezas a practicar a una edad temprana, todavía no tienes la capacidad de entender todo esto, pero aprendes haciendo y esta escuela es muy efectiva. Poco a poco podremos desarrollar nuevas habilidades e integrar verdaderamente el famoso código moral del judo. Poner un pie en un dojo significa al menos tener la garantía de que podremos divertirnos, mientras aprendemos todas esas nociones que nos harán mejores ciudadanos, como soñaba Jigoro Kano Shihan, el fundador del judo. Por tanto, podemos imaginarnos dedicar nuestra vida al deporte, a través de las múltiples vidas de un judoka.

Así que sí, es muy recomendable que nuestros hijos prueben, aunque sea por un día, la magia del judo porque mucho más allá de la práctica en sí, transmite lo que nos permite vivir mejor juntos.